domingo, 17 de febrero de 2008

el suspiro verde: agradecimiento por la vida de Claudio

Es de noche y suenan los cuencos tibetanos, resuenan en mi cuerpo (gracias por este regalo).
Estoy tumbada en el centro de un futón, en una sala de estilo oriental que pertenece a una pequeña casa ubicada en la parte inferior del patio de una corrala del centro de Madrid.
La tristeza también hace eco con las vibraciones de la música, poco a poco se expande desde el corazón hacia cada poro de mi piel.

Cuando la respiración se vuelve queda y profunda, la mente acalla y reverbera un sonido grácil y alegre dentro, parece el caminar de seres mágicos en un bosque.
He entrado en un pequeño mundo de magia, que por una hora me ha ayudado a relajarme, a expandir las emociones hasta dejar de sentirlas por efecto de saturación e intensidad. Salgo mareada de este lugar nuevo para mí.

La muerte y la vida se expresan una vez más acá cerca. Muere un amigo el mismo día que nace el hijo de otro. Las preguntas inundan la mente, y la bruma el alma. Un cuerpo conocido se ha quedado dormido entre sueños y con olor a campo. O al menos así me lo quiero imaginar, con una sonrisa dulce en sus labios, abrazando ese sueño sin fin o lo que sea que quiera ser la muerte.

Una llamada en mitad de la noche, un grito desgarrador al otro lado del teléfono, lluvia de lágrimas y más lágrimas. Indignación, lamentos, desconsuelo, recuerdos, sollozos, abrazos… por qué, por qué, por qué es el murmullo incesante que me acompaña y un golpe contra la pared lo para por un instante.

Alguien querido se vuelve a marchar antes de tiempo. Parece que siempre es antes de tiempo, pero hay veces que realmente es difícil pensar que no es así, por juventud, por entusiasmo vital, por sabiduría, por amor, porque lo sientes con nitidez cuando se agolpan en tu ser todas las expectativas de vivencias con esa persona.

No me quiero volver a guardar nada para “momentos adecuados”. La próxima vez que sienta que he de decirle algo a alguien lo haré en ese instante. Las despedidas súbitas que la vida-muerte "regala" a algunas personas no hacen justicia a esos “secretos” o “conversaciones pendientes”. Y por eso escribo aquí, para que quede dicho, aunque han pasado bastantes días hasta poder hacerlo.

Camino pensando que en el fondo todo está expresado, puesto que en el instante en que una persona y otra cruzan universos, quedan enlazadas en diferentes niveles de la realidad. Ninguna palabra ni hecho puede modificar eso. Nuestra forma y oportunismo de comunicarnos oralmente no es más sabia que la alquimia que acerca trayectorias vitales.

Algunas trayectorias vitales destilan pasión, la contagian, la cultivan y comparten. Así era Claudio, un amante de la vida. Por eso, el otro día celebramos la vida en la merienda del suspiro verde (que esto y todo lo que haga bendiga y beneficie a todos los seres).

La vida es un suspiro y es un gusto compartirlo con vosotras, como fue con Claudio. El verde suspiro es la casa de Granada donde tantos momentos especiales hemos vivido juntas. El suspiro verde está dedicado a la vida. La muerte celebrada a la mexicana, como bien mexicana que era yo cuando nos conocimos. Seguro que le gustaría saberlo, seguro que lo sabe ya, haciendo caso a la creencia del cruce cósmico.

Y por fin un poema que hoy está dedicado a esa vida en particular, la de Claudio. Gracias por tu ternura, tu magia, tu alegría. Es un privilegio poder tener tantos recuerdos buenos de alguien.

Hace tiempo buscando un hueco para vernos, me dijiste soy feliz sólo por pensar que va a pasar y estar buscando día, porque es como elegir dónde poner la noche de reyes en el calendario. Por eso, puedo decir que especialmente he aprendido de tu forma de aferrarte a la vida disfrutando de lo que parece pequeño, como simplemente oír la voz de alguien querido, ver su nombre escrito y que te brinque el corazón, pasear sin rumbo o sentarte en una terraza a contemplar, con una caña y una buena plática donde no falten las risas. Y sobre todo quedarte inmerso en un abrazo, largo, apretadito, sentido, cálido. Gracias por haber sido, por haber estado, por haber sentido. Gracias por ayudarme a ser, estar, y sentir.

VIVE

No dejes que termine el día

sin haber crecido un poco,

sin haber sido feliz,

sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.

No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.

Walt Whitman

No hay comentarios: